La bendición del cirio pascual

Al caer el día, cuando el ocaso del sol dejaba paso a las tinieblas de la noche, los cristianos primitivos, en común o en privado,  aclamaban a Jesús, verdadero Sol sin ocaso y vencedor de las tinieblas. Son muchas las voces autorizadas que lo atestiguan. La celebración de este momento del atardecer por la comunidad se llamaba lucernario.

Había un gesto simbólico, sencillo pero cargado de intensa emoción, cuando al comenzar la celebración se encendía la lámpara. Esegesto iba acompañado de un himno o de una oración de bendición. De éstos han llegado algunos ejemplos hasta nuestros días e incluso algunos son cantados por nosotros, como el conocido “Oh luz gozosa”, que reproduce un antiguo himno, redactado en griego, muy utilizado en la Iglesia de Capadocia,  pero que se remonta al siglo II a juicio de los expertos (F.J. Dölger)

El lucernario era celebrado con una cierta solemnidad al atardecer de los días de fiesta. Parece probable por otra parte que, ya en el siglo IV, la celebración de la vigilia pascual fuera precedida de una celebración solemne del  lucernario que, en esa ocasión, revestía una importancia singular. El elemento más importante del lucernario pascual es, sin duda, la llamada  “laus cerei”   o bendición del cirio. Las más antiguas fórmulas conocidas se remontan a los siglos VI y VII, como las dos bendiciones del obispo Ennodio de Pavía que sirvieron como punto de referencia para la construcción de otras posteriores. Sin embargo algunos Santos Padres del siglo IV, como Ambrosio, Agustín y Jerónimo, ya nos refieren en sus escritos que, en la noche de pascua, existía la costumbre de que un diácono proclamara solemnemente la bendición del cirio pascual, haciendo alarde incluso de su buena voz, de su habilidad para el canto y  hasta de su cultivado gusto literario. Extremo éste que será duramente criticado por san Jerónimo en su carta al diácono Presidio

Las  “laus cerei”  son unas composiciones de gran valor literario inspiradas a veces, incluso, en los escritos de los poetas clásicos romanos, como Virgilio.  Este fenómeno se percibe, por ejemplo, cuando elogian la labor de las abejas cuya miel sirve para producir la cera de los cirios. Hay además una serie de referencias que completan una temática que suele repetirse en este tipo de composiciones: simbolismo de la luz, elogio de la cera, ofrenda de la luz, parábola de las vírgenes, alusión enfatizada a la lucha entre las tinieblas y la luz, etc.  Todos estos temas culminan en una afirmación clara y emocionada del triunfo de Cristo sobre la muerte simbolizado en el triunfo de la luz sobre las tinieblas.

 

 

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